Pasa un tiempo y ahora eres uno de los jugadores que mueve las fichas, te sudan las manos, estas muy concentrado, el juego está en su parte más emocionante, peligran algunas de tus fichas…

Jugando ajedrez

Cada uno está donde le corresponde estar

Escucha esta metáfora con tonos binaurales (Audifonos).

Las palabras claves, te ayudarán a ubicar la metáfora que te pueda servir en este momento y a enlazar otras similares.

Frente a ti hay un piso grande con cuadros de color blanco y negro, ordenados y simétricos. Miras a tu derecha e izquierda y ves que hay un peón de ajedrez de color negro o blanco al mismo tiempo. Frente a ti, más lejos están todas las fichas de ajedrez del otro color opuesto al tuyo, blanco o negro; el juego no ha empezado, todo se siente quieto, tú eres un peón de ajedrez, pequeño, estás en el centro de la fila delantera; al girar a mirar detrás de ti observas muy bien quien está allí, la reina y el rey, nada menos, la reina y el rey. Míralos se ven grandes, serios, imponentes. Junto a ellos están las otras fichas que hacen parte del juego, está el alfil, el caballo y más allá, la torre, por ahora todos están quietos; miras de reojo fuera del tablero, hacia arriba y ves que hay personas muy atentas a que el juego empiece, percibe cómo te sientes, qué sensaciones hay en ti, eres una ficha de ajedrez. Sé consciente de todo lo que hay en torno a ti. Cierras tus ojos y al abrirlos, ya no eres un peón, eres una torre, estás justo en la esquina. Tus sensaciones cambian, tus responsabilidades también, los movimientos que se te permiten son diferentes, frente a ti están los peones y más allá ves al equipo contrario, estás en la orilla, percibe tu entorno, qué se siente, qué piensas como torre que eres. En otro momento te conviertes en un caballo, tus movimientos son diferentes, cambias, te desplazas de una manera distinta, siéntelos… te das cuenta de que algunos de los compañeros con los que empezaste ya no están y tú te encuentras en la mitad del tablero… esperando órdenes. En otro momento eres el rey, eres la más alta de todas las piezas, observas a tu reina, está junto a ti, has perdido miembros de tu equipo. Sientes que tú solo no te puedes mover, alguien tiene que hacerlo por ti, así que te toman de la cabeza y te desplazan, y tú, que te creías tan importante, no te mueves por ti mismo.

Pasa un tiempo y ahora eres uno de los jugadores que mueve las fichas, te sudan las manos, estas muy concentrado, el juego está en su parte más emocionante, peligran algunas de tus fichas y eso hace que te concentres mucho más, observas a tu contrincante pero sus ojos están clavados en el juego, totalmente inmerso. Te das cuenta de lo que se siente si eres el jugador que va ganando o el que va perdiendo o por lo menos eso cree cada uno de ellos, sé consciente de qué cambia en ti, qué se siente. A veces parece que se te olvidara que es eso, un juego, sólo es un juego.

De un momento a otro te conviertes en un espectador que está atento a lo que está pasando en el tablero de ajedrez; te gusta la mecánica del juego, te diviertes, admiras mucho a uno de ellos pues casi nunca pierde. En tu mente haces los movimientos de las jugadas y piensas cómo lo harías tú. Hay silencio a pesar de tanta gente alrededor que los observa. Al mismo tiempo tú disfrutas del tiempo, de la temperatura que te regala el día; está soleado, tibio, suave, a lo lejos se escuchan niños jugando, hay varios pequeños por allí.

Y en este momento eres un niño de esos que juega, en serio, a jugar. Tienes agilidad, te subes y te bajas de los pasamanos, te diviertes en la arena, con una pelota de fútbol, estás muy feliz; ni te das cuenta de qué es lo que mira la gente, tú estás en lo tuyo, eres muy feliz, sabes que estando allí hay alguien que te está cuidando. Ahora te conviertes en un hombre que comanda un gran globo de colores que vuela por encima de este parque y ves a todas las personas de lejos, sólo escuchas el sonido del gas que mantiene al globo inflado, tu atención está puesta en los pasajeros que llevas, es un día lindo para volar, hacía días que no había un día así. Observas el horizonte y ves las montañas, los colores de otros globos a lo lejos y decides ascender alto, muy alto. Escuchas que los que van en tu globo hablan diferentes lenguas a la tuya, parecen emocionados con la experiencia.

Mensaje o trasfondo

Ponerse en el lugar del otro, o ponerse en los zapatos del otro te da la oportunidad de comprender qué piensa, siente, ve y escucha la otra persona, te da una información diferente de su situación. Te permite salirte de ti mismo con compasión para entender que cada uno interpreta según lo que está viviendo en su momento. Nunca vas a sentir realmente lo que en verdad está pasando por la mente, los sentimientos, las emociones, en lo que se enfoca el otro, pero te puede dar una gran aproximación del momento que vive el otro. Cada historia humana es tan diferente, a eso que quizás nunca lleguemos a comprender por qué y cómo interpreta el otro el momento que se esté viviendo, pero vale la pena intentarlo para incrementar en ti mismo la compasión por los otros, incluso por ti mismo, en otros momentos de la vida.

Mantras o frases de limpieza 

“Cada uno está donde le corresponde estar”
“Puedo ver el mundo como tu lo ves”
“Siempre doy lo mejor de mí”
“Comprendo, uso mi sabiduría”

¿Qué experimente?:

Cada lámina ha sido inspirada de manera que los símbolos y colores te conecten con códigos para despertar recursos que viven en tu interior.

Te sugiero que guardes en tu celular la imagen de la carta y la observes con regularidad una vez trabajado el audio. Tu sabiduría interna sabrá lo que tiene que hacer.

Anota siempre el mantra o frase de poder sugerido, en tu celular o en un sitio visible, para que conscientemente continúes trabajando, hasta lograr tu objetivo, que puede ser un estado interior, una sensación, una mejor relación contigo mismo o con alguien.

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